Blog dedicado a la biografía breve de personajes destacados y curiosos de la provincia de Guadalajara, hasta el siglo XX, por Tomás Gismera Velasco.-correo: gismeraatienza@gmail.com

viernes, diciembre 13, 2013

CLARO ABANADES LÓPEZ

MEMORIA DE CLARO ABÁNADES LÓPEZ

Fue, sin duda, el cronista e historiador por excelencia, del Señorío de Molina

 

    El 16 de diciembre de 1973, después de haber tenido una intensa vida cultural, y ya entrado en la recta que conduce al siglo de vida, fallecía en Madrid, en su domicilio de toda la vida, en la plaza del Dos de Mayo, don Claro Abánades López. Personaje que bien podía ser considerado como una institución para la provincia de Guadalajara en general, y para la comarca de Molina de Aragón en particular. Allí, en Molina de Aragón nació el 12 de agosto de 1879.


 

   En Madrid, pocos meses antes, recibió el homenaje de los guadalajareños integrantes del Núcleo Pedro González de Mendoza que le dieron el honorífico título, junto a Francisco Layna Serrano, de “Padre de la Provincia”, en reconocimiento a su larga e intensa carrera de historiador, de cronista, de publicista de la tierra molinesa y, con ella, de la de Guadalajara.

 

Con la pluma en la mano

   Con una pluma en la mano y una historia en la cabeza, podríamos decir que nació don Claro Abánades López en aquella Molina de los Caballeros que siempre fue parte importante en la historia de España y la provincia de Guadalajara, a medio camino de Aragón.

   Nació en una familia acomodada, cuentan que de clase media, por lo que pudo darle algunos estudios; por supuesto que igualmente nuestro hombre supo aprovecharlos. Don Claro pasó muy pronto por la Universidad Central de Madrid, en la que concluyó los doctorados de Derecho primero, y de Filosofía y Letras después, para dedicarse, como nota saliente de su vida, a la escritura. A la historia y al periodismo.


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   Fue hombre de muchas iniciativas, a quien la juventud se le pasó en un vuelo; estudiando siempre los orígenes históricos de su localidad de nacimiento y con ella el de las poblaciones aledañas. A pesar de que los años finales del siglo XIX y los comienzos del XX fueron, como ahora los definiríamos, de intensa emigración. Por aquellos años para prosperar no había más remedio que anidar en la Corte, en Madrid, donde parecía encontrarse, para la inmensa mayoría de los naturales de Guadalajara, el centro del universo.

   A pesar de ello, quienes salieron de sus pueblos siempre tuvieron en el cercano horizonte de sus miras, como lo tuvo don Claro, que algún día regresarían, o tendrían una parte de su ser en la localidad de origen y la otra en la de residencia.

 

Claro Abánades, periodista

   Don Claro puso el ojo en el periodismo, así que antes de cumplir los veinte años su firma era habitual en los medios de prensa provinciales, que por entonces eran numerosos. Se hizo un hueco grande en Flores y Abejas, que recorría enteramente la provincia; y por supuesto, en el Molinés, dedicado a su ciudad.

   Y como hombre de sueños que se precie, junto a otro paisano ilustre, Angel Monterde, fundó el semanario La Torre de Aragón, en Molina, ciudad a la que ambos regresaron tras los primeros estudios, en 1906; posteriormente, y tras la desaparición de este fundaría, en 1908, también en Molina, El Vigía de la Torre, ambos de corta trayectoria debido a que su vida futura estaba en Madrid, donde igualmente fundó un nuevo medio, Juventud Tradicionalista, en 1910.

 

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   Al margen de atender a sus medios propios colaboró con otros nacionales, ingresando en la plantilla de El Correo Español en 1914, pasando después a El Pensamiento Español, del cual llegó a ser Redactor Jefe a partir de 1919, colaborando en otros diarios, semanarios y revistas, entre los que figuran La Nación o La Tribuna, aparte de la práctica totalidad de los periódicos de la provincia de Guadalajara, siendo uno de los fundadores de la Asociación de la Prensa de Madrid.

   La vida de periodista en Molina no daba para mucho. A pesar de que sus ideas, tradicionalistas, por supuesto, tenían en aquella tierra, por aquellos tiempos, mucho predicamento, por lo que como mandó la tradición de su época y tierra, se convirtió en un carlista convencido de los pies a la cabeza, heredero de aquellas ideas que surgieron al mediar el siglo XIX. Y un guadalajareño convencido también, puesto que estuvo allá donde los alcarreños en Madrid se encontraban cuando quisieron dar a conocer la provincia al mundo; formando filas con Francisco Layna Serrano, Tomás Camarillo, José Sanz y Díaz, Juan-Catalina García López y… ¡Inmenso el plantel de grandes hijos de la provincia que laboraron por ella desde sus sedes culturales madrileñas!

 

El novelista don Claro

   Su producción histórico-literaria en torno a Molina de Aragón, y por tanto a Guadalajara, es hoy obra de culto y estudio, puesto que abrió la puerta a aquellas historias que, hasta que él llegó, permanecían guardadas en el baúl de los recuerdos.

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   De su pluma nacieron unas cuantas obras literarias, o historias noveladas de Molina, como si quisiera trastocar los nacionales, por los episodios molineses, con títulos significativos para su tierra natal: El alcázar de Molina; Tierra Molinesa; La Madre Mogas; Carlos VI, conde de Montemolín; Dinastía Insobornable; La Ciudad de Molina…; y, por encima de todos, por la devoción y admiración que creó al darlo a la imprenta: La Reina del Señorío, o Nuestra Señora de la Hoz; dedicados a la patrona de la comarca molinesa.

   Al margen de su vida cultural y un tanto política, aunque en ese mundo, el político, pasó poco menos que de puntillas, fue activo promotor de iniciativas como la creación de La Benéfica Molinesa, e incluso, en aquellos intentos que Guadalajara tuvo por dar a conocer en Madrid a su provincia, fue activo promotor del Centro Alcarreño de Madrid; y de su continuación, la histórica Casa de Guadalajara en Madrid, en donde formó parte de su Grupo de Teatro, en el que incluso tomó parte activa como actor y director de escena, al igual que su hijo, Claro Abánades del Arpa.

 

Los reconocimientos

   El 14 de abril de 1947 le fue impuesta la encomienda de Alfonso X el Sabio por parte del entonces ministro de Educación Nacional, don José Ibáñez Martín, a petición del Colegio de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras, en reconocimiento a toda una vida dedicada a la literatura y el periodismo. Igualmente fue nombrado Caballero de la Orden de San Carlos Borromeo, de la de Constantino el Grande, e incluso de la del Mérito Civil, entre otras. No sólo Guadalajara o su tierra reconocía su labor, el resto de España, también.

   Fue nombrado Cronista Oficial de Molina de Aragón, e igualmente ocupó un puesto, cuando fue creado el Instituto provincial, como Consejero del de Estudios Marqués de Santillana, dependiente de la Diputación Provincial de Guadalajara. También fue designado por sus compañeros de la prensa, cuando los años le obligaron a retirarse, Periodista de Honor de la Asociación de la Prensa de Madrid. Cuando le llegó el nombramiento se cumplían cincuenta años como miembro de la Asociación que había colaborado a fundar.

   La ciudad de Molina le rindió en vida, como debe de ser, un gran homenaje, no era para menos. Puesto que fue uno de los hombres que más trabajó hasta 1963, año en el que tuvo lugar, por darla a conocer. ¡Gloria a los pueblos que reconocen a quienes trabajan por ellos desde la promoción cultural! En aquel, a más de los títulos que ya ostentaba, se le nombró “Hijo Predilecto de la localidad”.

   Al homenaje, tuvo su gracia, tan sólo faltó uno de sus mejores amigos, don Francisco Layna Serrano y aquella ausencia fue tenida muy a mal por algunos de los organizadores, al entender que el entonces cronista provincial había roto relaciones con quien se suponía, en algunos sentidos, su rival en historia provincial. Pero no fue así; el señor Layna perdió el autobús que desde Sigüenza lo había de trasladar a Molina; con unos conocidos llegó a Alcolea del Pinar, y en Alcolea los dejó tirados el motor del vehículo, sin encontrar otro que los acercase a la capital del Señorío.

   Don Claro recibió sepultura al día siguiente de su muerte, el 17 de diciembre, en el cementerio madrileño de la Almudena. A pesar de ello su nombre permanece vivo en la cultural provincial, y en las calles de Molina, de Molina de Aragón, que supo agradecerle su labor.

 

Tomás Gismera Velasco/ Guadalajara en la memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 17 de diciembre de 2021


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